El buen anfitrión es aquel que hace sentir bien a sus invitados, que hace que se sientan como en casa, aunque esta se encuentre a miles de kilómetros de distancia, como es el caso de los alumnos y profesores que llegaron procedentes de cinco países —Turquía, Portugal, Rumanía, Polonia e Italia— hasta el colegio Santa María y San José Artesano de Burgos a mediados del pasado mes de octubre.
Los vehículos son uno de los mayores problemas a los que se enfrentan las grandes ciudades. La polución, los atascos, el ruido que generan y el espacio que ocupan en las calles hace de las urbes lugares poco amables para el ciudadano. Es por ello por lo que muchos ayuntamientos están tomando consciencia de modificar el espacio urbano y hacerlo más amable para sus habitantes, y eso pasa por disminuir el número de automóviles de las calles, como demuestran las zonas de bajas emisiones del centro de ciudades como Madrid y Barcelona. Precisamente, el ayuntamiento de esta última ha ido un paso más allá y, desde hace unos tres años, comenzó un proyecto llamado Proteger las escuelas que consiste en pacificar o reurbanizar las calles aledañas a los colegios de la ciudad para que se conviertan en espacios más seguros, cercanos y cómodos tanto para los transeúntes como para los alumnos y sus familias.
Llega el mes de septiembre y, con él, los alumnos vuelven a las aulas. En ellas, lucen relucientes sus pupitres, la pizarra tiene ese brillo después de tres meses sin que una tiza pase por ella que no volverá a tener hasta dentro de mucho tiempo, los libros de texto esperan ansiosos a ser abiertos, subrayados, dibujados y manoseados; y los profesores se preparan para impartir una nueva lección. Por delante, nueve meses para aprender, estudiar y, claro que sí, disfrutar. Pero durante estos tres meses de verano, mientras los estudiantes disfrutaban de sus vacaciones, los docentes han preparado con esmero, detalle y cariño cada asignatura para que, una vez comienza el nuevo curso, niños y jóvenes puedan aprender y asimilar los nuevos conocimientos del año académico entrante. Porque durante el periodo estival, los profesores, tienen un duro trabajo por delante a la hora de preparar todas las asignaturas que tienen que impartir desde septiembre, una realidad que destierra el mito de que estos gozan de unas largas vacaciones, como si una vez que los alumnos salen de las aulas su trabajo acabara en ese instante. Nada más lejos de la realidad.