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Un sencillo cuento puede cambiar la realidad de una persona a miles de kilómetros de distancia. Una simple historia puede hacer del mundo un lugar un poco mejor. Y es que cada uno de nosotros puede hacer algo bueno por los demás si se lo propone y, además, aprender durante el proceso. Así lo demuestran los alumnos/as de 4º de Primaria y 3º de ESO del colegio El Armelar de Valencia, que desde hace tres años trabajan juntos en un precioso proyecto titulado Érase una vez Guadix, donde escriben, ilustran, maquetan y editan una serie de cuentos solidarios que ayudan a otros niños de entornos más desfavorecidos.

Érase una vez Guadix surge de una idea que tuvo Begoña Fernández-Cañada, profesora de Plástica y artes visuales del colegio El Armelar, mientras estaba de voluntaria de la ONG InteRed —perteneciente a la Institución Teresiana— en Guatemala, y como ella misma explica, durante su estancia en aquel país se da cuenta de que “faltaba mucho material didáctico”. 

Como educadora, decide hacer algo al respecto desde su colegio, enfocándolo desde el punto de vista artístico, para poner su granito de arena y poder ayudar a que los niños y niñas no solo de Guatemala, sino de otros países de Latinoamérica, reciban una mejor educación y cuenten con el material necesario para tener un aprendizaje de calidad. “Entiendo el arte desde una mirada social y el compromiso” dice Begoña que, al regresar a España tiene la idea de llevar a cabo un proyecto de aprendizaje-servicio que consiste en un cuento ilustrado, una especie de cómic, para generar una oportunidad de aprendizaje con las necesidades reales y un material didáctico actual.

Dicho y hecho, la idea germinó en forma de cuentos educativos que tenían, como hilo conductor, alguno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), entre los que se encuentran el fin de la pobreza, la educación de calidad, el hambre cero o la igualdad de género. 

Pero faltaba algo importante: el nombre del proyecto. Y quién mejor para inspirarlo que Pedro Poveda, fundador de la Institución Teresiana, quien tuvo la “idea buena” en Guadix; una idea de que la educación acaba con las barreras sociales, de que fomenta la igualdad y es el vehículo contra la injusticia social; por lo que el proyecto fue bautizado como Érase una vez Guadix.

Para hacerlo realidad, Begoña Fernández-Cañada no estaba sola, ya que le ayudaron a liderar este proyecto Silvia Ferrándiz, de la delegación valenciana de la ONG InteRed y Mónica Fortea, delegada de pastoral y proyección social del colegio El Armelar, que ha convertido Érase una vez Guadix en una línea estratégica para el propio centro. 

Creando los cuentos

Estamos hablando de un proyecto multidisciplinar que no solo afecta a la asignatura de plástica, sino en el que intervienen los profesores de Lengua o inglés y más allá, pues los ODS ocupan multitud de temas de debate y reflexión que pueden ser tratados en el aula y en diferentes asignaturas. Así pues, no se trata de escribir simplemente un cuento, sino de que la historia que se narra tenga una moraleja social y transmita valores positivos para hacer una sociedad mejor y más justa.

Como toda historia, ha de surgir de una idea. Aquí es donde el alumnado de 4º de Primaria entra en acción, con una lluvia de ideas en las que van surgiendo historias para ser plasmadas en el cuento siempre teniendo en cuenta los ODS que les van sugiriendo sus profesores y profesoras para que debatan, compartan y busquen un enfoque común a la hora de elaborar la narración. 

Una vez escogido el argumento, cada clase se distribuye en grupos de cinco, y cada miembro se ocupa de una tarea específica, para ir elaborando un cuento, siguiendo la metodología de cooperativo formal. Cada clase hace un total de cinco cuentos y, al ser tres líneas por curso, el proyecto finaliza con 15 cuentos. El proceso de escritura, supervisado por un docente, consta de un storyboard, una elaboración de la idea, un diseño de escenas en el que se va conformando toda la historia y, por supuesto, las ilustraciones, pues los cuentos constan de una importante parte visual.

Pasado el proceso de escritura e ilustración del cuento, llega una parte no menos importante: la edición y maquetación. Aquí es cuando el alumnado de 3º de ESO toma las riendas y, gracias a sus conocimientos en la materia y el uso de Canva, un programa de diseño, le van dando forma al cuento para dejarlo todo listo para el proceso de impresión: desde la tipografía adecuada para ser editado en papel pensando en la accesibilidad y que las personas con dislexia puedan leerlo sin ningún problema, hasta las ilustraciones, la fotografía o la presentación en PowerPoint. Además, también lo convierten en un videocuento donde un alumno se graba leyendo el texto para hacer la narración y otro se encarga del montaje.

Todo este trabajo, que une a 4º de Primaria y 3º de ESO, consigue una preciosa integración en el aula de plástica donde el alumnado va viendo cómo el proyecto va cobrando vida, algo que emociona a todos ellos, que además comparten con sus compañeros de cursos inferiores, pues leen el cuento tanto en las clases de educación infantil como en las del primer ciclo de Primaria. 

La publicación

Todo el trabajo, que abarca varios meses, culmina con la impresión y edición del cuento, ese momento en el que ya se tiene en las manos y es una realidad. En total, se editan un total de entre 500 y 700 cuentos y, como en cualquier editorial, se imprime una primera tirada, donde van viendo cuáles son los más demandados por las familias —que son quienes adquieren los ejemplares— y, en función de la demanda de cada cuento, van imprimiendo más ejemplares. 

Todo el dinero recaudado se destina a la compra de material didáctico y los cuentos se envían  a centros de Latinoamérica como el Teresa Brown de Chile, un colegio “hermanado” con este proyecto y con el que conectaron vía online el pasado 17 de octubre, Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, para dar el pistoletazo de salida al nuevo proyecto de cuentos de este curso, pues no olvidemos que el ODS 1 es precisamente acabar con la pobreza en todas sus formas. 

Expandir el proyecto

Ahora, la intención de la profesora Begoña Fernández-Cañada es que Érase una vez Guadix pueda ampliarse a otros colegios de la Red de centros por toda España y que ellos también hagan sus propios cuentos con los que ayudar a otros centros más desfavorecidos de América Latina. Se trata, explica Begoña, de que “la idea buena de Poveda se haga realidad” y “poder culminar el proyecto en Guadix”. No habría mejor final para esta historia.